Zineb BOUCHIBA-GHLAMALLAH
Laboratorio Traducción y Metodología
Universidad de Orán 2
Resumen: Cuando alguien quiere hablar con una persona, esta última percibe necesariamente algo de la personalidad de su interlocutor: su aspecto físico, su modo de hablar, su status social, sus conocimientos, su identidad cultural, etc. Poder mantener la conversación va a depender de lo que él diga, de su manera de decirlo y de su presentación. Con el escrito, ocurre lo mismo: lo que se transmite y cómo se formula puede interesar al lector y llevarle a leerlo, si la intención comunicativa está clara y apropiada respecto al lector a quien se destina tal escrito y si está bien estructurado y presentado. La redacción de un artículo científico no es una tarea fácil; tener que sintetizar en algunas páginas un trabajo que ha necesitado mucho tiempo y esfuerzo y verlo después no aceptado por un editor, puede resultar muy frustrante. Por eso, es necesario informarse sobre los criterios normativos y los principios a los que debe obedecer el escrito científico, para incrementar sus posibilidades de publicación. El propósito del presente artículo es aportar ciertas aclaraciones —algunas a partir de dificultades observadas en seminarios de formación doctoral— sobre aspectos relacionados con la estructura del artículo de investigación científica y las estrategias generales de su escritura.
Palabras clave: metodología de investigación, artículo científico, normas de escritura, español como lengua extranjera.
Abstract
When someone wants to talk to a person, the latter necessarily perceives something of who their interlocutor is: their physical appearance, way of speaking, social status, knowledge, cultural identity, and so on. Being able to keep a conversation going on will depend on what one says, on their way of saying it and on the way they present it. In writing, the same thing happens: what is transmitted and how it is formulated can interest the reader and might trigger them to read, if the communicative intention is clear and appropriate to the intended reader, and if that text is well-structured and well-presented. Writing a scientific paper is not easy: having to synthesize in a few pages a work that has required a lot of time and effort and to see it later rejected by an editor, can be very frustrating. Therefore, in order to increase possibilities of publication, it is necessary to instruct the normative criteria and the principles scientific writing requires. The purpose of this article is to provide some clarifications – some from the significant difficulties observed during doctoral training seminars – on major aspects related to the structure of the scientific research article and the general strategies of its writing.
Keywords: Methodology of Research, Scientific Writing, Writing Guidelines, Spanish as Foreign Language.
Introducción
Hoy en día, la publicación de la producción científica universitaria en revistas indexadas es una necesidad no solo para la formación universitaria y el progreso profesional, sino también y sobre todo para dar a conocer los resultados de los propios trabajos. La publicación es tan importante como la investigación misma; si no se publica, la investigación se desaprovecha. La indexación en bases de datos internacionales (como el Web of Science y Scopus) sirve para evaluar y clasificar las revistas (en A, B y C) a partir de los artículos que las mismas publican1. La publicación en las revistas indexadas es selectiva; se rehúsan entre 20 % y 80 % de los artículos sometidos, y para poder publicar sus trabajos en la revista elegida, es necesario aprender a hacerlo respetando la forma y escritura de artículos de investigación científica.
1. La escritura como actividad
La escritura académica y científica tiene sus características propias y se destina a un público especializado; no es ni una disertación, ni un artículo de opinión, ni un mensaje publicitario. Después de haberse considerado, en la enseñanza tradicional, como un producto destinado prácticamente solo a la evaluación del profesor, la composición escrita se empezó a definir a partir de los años ochenta como un proceso mental complejo. Investigadores en psicología cognitiva como John Hayes y Linda Flower (1980) Bereiter y Scardamalia y (1987), Cassany (2000) concuerdan en que construir un texto es una actividad mental compleja cuyo proceso se desarrolla recurriendo a tres estrategias cognitivas fundamentales:
– Planificar (concepción del texto: qué, para qué, a quién): la planificación implica tres sub-procesos: buscar las ideas, organizarlas y determinar los objetivos;
– ‚Textualizar‘ (poner en palabras lo que se va a decir): redactar el texto para poner en relación de coherencia y cohesión las ideas que se quieran expresar;
– Revisar: fase indispensable que consiste en leer su texto para valorarlo, comprobar cómo se formulan las ideas expresadas, corregir los errores, suprimir la información inútil, mejorar la estructura textual, elegir las formas lingüísticas más adecuadas y eventualmente volver a escribir un apartado (o más) del texto.
Para Scardamalia y Bereiter (1992: 63), el escritor novato “dice el conocimiento” y pasa a ser experto cuando “transforma el conocimiento”; para ellos, esto implica “la reconstrucción de una estructura cognitiva”2.
Otros investigadores en didáctica de la escritura y producción de textos (Carlino: 2005; Castelló: 2014) recurren en sus trabajos a la noción de alfabetización académica que designa “el proceso por el cual se llega a pertenecer a una comunidad científica y/o profesional” (Carlino, 2013: 371). Este concepto, entendido como proceso, se desarrolla posteriormente al aprendizaje de la escritura fundamental en la escuela, en el “universo multialfabetizado” de la universidad y la investigación universitaria. La capacidad para escribir no es una habilidad que se adquiere tras la escolarización de una vez para siempre; hay que seguir reflexionando, aprendiendo y trabajando para poder adquirir las estrategias requeridas para producir trabajos que respondan a los criterios académicos y científicos. Se trata de adquirir “las prácticas de lenguaje y pensamiento propias del ámbito académico” (Carlino, 2003: 410), y de “formar[se] para escribir y leer como lo hacen los especialistas” (Carlino, 2013: 370).
Los doctorandos y jóvenes investigadores “necesitan una reflexión consciente del proceso de elaboración escrita para implicarse paso a paso hasta lograr su propia construcción del conocimiento académico y profesional.” (Izquierdo y Renés (2015: 155).
2. El artículo científico
La guía de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura3 (UNESCO: 1983) señala que “la finalidad esencial de un artículo científico es comunicar los resultados de investigaciones, ideas y debates de una manera clara, concisa y fidedigna”. Para que se vea, pues, el trabajo propio y su aportación original al conocimiento del objeto estudiado, hay que escribir, pero no de cualquier manera.
Escribir un artículo científico implica que se recurra necesariamente a:
– las estrategias de composición escrita (sin olvidar la ortografía y la puntuación);
– un buen conocimiento de la disciplina en cuestión (teórico, por supuesto y también metodológico, porque el mismo método de experimentación no vale para todas las disciplinas);
– el conocimiento de las características de producción específicas del escrito científico (Sabaj: 2009).
Antes de empezar a escribir un artículo, se ha de saber ante todo de qué se quiere hablar, qué se quiere demostrar, a qué revista se va a mandar el trabajo, y es necesario también definir un plan global y una estructura.
El artículo comporta las secciones importantes siguientes: el título, el resumen y sus palabras clave, el texto mismo del artículo con sus propias secciones, los agradecimientos y las referencias bibliográficas. Se deben citar también la autoría y los apéndices: cabe señalar aquí que un autor no suele olvidar poner su nombre, y puede haber conflicto solo en caso de que dos autores no estén de acuerdo sobre quién ha contribuido más en la redacción del artículo para poner su nombre como primer autor. Los apéndices, como textos anexos, se paginan aparte y llevan un número y un título; se colocan detrás de la bibliografía si son necesarios a la comprensión del artículo, y si los editores de la revista solicitada lo permiten.
3. El título
El título es muy importante porque es el primero que leemos para decidir si vamos a leer o no el resumen. Hay que tener en cuenta que:
– no es una frase;
– debe ser corto: 12 palabras como máximo;
– y expresar claramente el objeto de la investigación;
– es preciso descartar cualquier información que no esté en al artículo;
– y recordar que en español, se pone solo la mayúscula inicial, y eventualmente la de un nombre propio;
– no debe llevar ni puntuación al final (salvo el punto de interrogación en caso de pregunta directa), ni abreviaturas porque pueden generar ambigüedad. Por ejemplo, en didáctica, LM puede designar lengua materna o lengua meta). También, L2 o L3, abreviatura interna a una institución y puesta por segundo o tercer curso de licenciatura, no se va a comprender, porque se va a leer lengua segunda o tercera, que es una abreviatura corrientemente usada en didáctica.
4. El resumen
Según la norma española UNE 50-103-90 (Asociación Española de Normalización y Certificación, 1990: 400-401) que establece las reglas que han de seguirse para redactar correctamente los resúmenes, un resumen es:
… una representación abreviada y precisa del contenido de un documento, sin interpretación ni crítica…. Un resumen bien elaborado capacita a los lectores para identificar, de forma rápida y precisa, el contenido de un documento, determinar su pertinencia e interés y decidir por tanto… leer el documento en su totalidad.
Esto significa que se considera que el resumen resulta ser como una “versión abreviada” del artículo. Por lo tanto, en cuanto a su contenido, el resumen debe informar sobre:
– Un objetivo preciso;
– el marco metodológico;
– los resultados más relevantes;
– y las principales conclusiones.
Conviene encontrar en el resumen las ideas principales del artículo; es posible redactarlo después de haber terminado el artículo, eligiendo las frases más representativas y componiendo después un texto coherente a partir de las ideas expresadas. El resumen debe anunciar solo lo que viene expuesto en el artículo; si está poco claro o mal estructurado, el lector no va a ir más allá y se pierde así la lectura del artículo.
Por lo que se refiere a su redacción y presentación, el resumen se presenta normalmente en un límite de 150 a 250 palabras, y a veces más: esto depende de las normativas de la revista solicitada. Se suele redactar en tiempo pasado para describir la experimentación ya realizada y en tercera persona del singular. No se incluyen referencias, y se evitan las abreviaturas. Las palabras en otro idioma se ponen en cursiva. Las palabras clave (de 3 a 10) se ponen a continuación y van separadas por una coma.
A continuación, se propone un modelo de resumen que presenta varias de estas características en menos de 150 palabras: objetivo, metodología, resultados, escrito en pasado y en tercera persona del singular.
Este trabajo presenta una experiencia educativa realizada con 17 estudiantes del posgrado de Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México. El objetivo fue fomentar en ellos la apropiación de estrategias de escritura y comunicación de textos científico-académicos, concretamente, las vinculadas a la escritura y comunicación de capítulos de tesis, artículos científicos y ponencias a congresos, atendiendo los cánones propios de la comunidad científico-académica de la que forman parte. Los estudiantes reflexionaron sobre los procesos de composición y comunicación que realizan habitualmente y aplicaron estrategias concretas sobre sus propios textos. Las evidencias recogidas durante la experiencia educativa mostraron una mejora tanto en los procesos llevados a cabo por los estudiantes como en los productos finalmente elaborados (Espino Datsira, 2015: 959).
5. Estructura del artículo
La presentación de un artículo puede tener algunas variantes según la naturaleza de la investigación, y también según las normativas de las revistas, pero generalmente, para darse todas las oportunidades de publicar su artículo, conviene respetar un orden de redacción fundamental.
Según Day Ra (1989)4, la divulgación de las primeras revistas científicas remonta al siglo XVII; los artículos se redactaban en forma de descripciones y observaciones presentadas en un orden cronológico. En 1876, es en una obra de Louis Pasteur que aparece la primera estructura parecida a la que se adoptó por las revistas científicas en 1940. La estructura IMRAD (acrónimo inglés para: Introduction, Material and methods, Results And Discussion)5 consiste en un conjunto de reglas destinadas a ordenar la redacción del proceso de investigación, y a exponer de modo lógico los datos pertinentes.
El formato IMRAD, que facilita tanto la escritura como la lectura y también la evaluación de la calidad del trabajo, fue adoptado por la comunidad científica (primero en ciencias exactas, experimentales y médicas, luego en las ciencias sociales y humanidades) terminó imponiéndose como “norma” (ANSI Z39.16-1972) cuando el instituto de normalización americano6 la publicó en 1972 y luego en 1979. Este formato se puede ver también en dos capítulos (1 y 2, pp. 10 y 29-35) del manual de la Asociación Americana de Psicología7 para los estudios empíricos y la estructura de los manuscritos.
El artículo científico suele estructurarse en un esquema estandarizado que guía así la redacción:
5.1. La introducción
-responde a la pregunta ¿Cuál es el problema?
En la introducción, se debe exponer el problema, situar y justificarlo. Por lo tanto, es preciso incluir:
– la descripción (breve y precisa) del problema: ¿de qué se trata?
– la descripción del contexto teórico: ¿qué conclusiones sacaron trabajos anteriores?
– la justificación: ¿en qué esta investigación es pertinente con respecto a otras?
– la pregunta de investigación: ¿Qué problema se quiere resolver?
5.2. Métodos y materiales
-cómo, cuándo y dónde se llevó a cabo la investigación?
Ya que el principio fundamental del método científico es la reproductibilidad, el objetivo de este apartado es describir fielmente las principales etapas de la metodología de investigación; así se podrían comprobar los resultados en otro contexto de experimentación. En esta sección, se debe exponer brevemente la descripción precisa y clara del experimento y de su contexto espacial y temporal, sin olvidar:
– la justificación de la elección de los procedimientos adoptados;
– la recolección de los datos, la población de estudio, la técnica de muestreo, los criterios de selección, las variables estudiadas, los instrumentos de medición, entre otros;
– el análisis de los datos;
– los límites y/o dificultades de la experimentación.
El protocolo de experimentación es determinante para el éxito o el fracaso de una investigación; para su validez, cada una de las etapas de la metodología debe estudiarse con mucho cuidado y atenerse a normas científicas precisas, pero ha de escribirse como un texto seguido y coherente y no en forma de párrafos superpuestos sin cohesión entre sí.
5.3. Resultados y discusión
– El apartado resultados responde a la pregunta: ¿Cuáles fueron los resultados?
Se exponen los resultados más significativos (incluso los contrarios a las hipótesis) tales como se han obtenido. Si estos resultados se formulan, presentan mal o muestran algún fallo que no permite su reproductibilidad, el artículo pierde su validez científica.
– En la parte discusión, se precisa mencionar: ¿Cómo pueden interpretarse estos resultados? y ¿En qué estos resultados son importantes?
– La interpretación se puede llevar a cabo según la perspectiva desde la que se quiere responder a la pregunta planteada; es posible:
– realizar un análisis poniendo en relación los hechos observados y los resultados para inducir y destacar unas observaciones generales;
– explicar los resultados principales de la investigación en comparación con la hipótesis emitida, que esté o no confirmada. La explicación debe apoyarse en los hechos observados o en teorías científicas, no en las impresiones personales;
– responder a las preguntas planteadas en la problemática y poner en relación la problemática, los objetivos y los resultados;
– explicar los componentes del experimento que han podido influir en los resultados, y reconocer los posibles errores metodológicos y las limitaciones del estudio en alguna etapa del mismo;
– comparar los resultados propios con otros obtenidos en trabajos parecidos, para identificar resultados similares, y si son diferentes, explicar a qué se pueden atribuir esas diferencias. Es importante interpretar los resultados aunque no correspondan a los resultados esperados, primero por integridad intelectual, y segundo porque es posible que sea justamente por ahí donde se pueda sacar algún resultado original.
5.4. Conclusión
– recordar brevemente los resultados permite ponerlos en evidencia y sirve de transición para los datos siguientes;
– precisar si la hipótesis se confirma, solo en parte o si se infirma;
– resaltar lo más importante de todo el trabajo, y lo que responde a los objetivos;
– subrayar algún resultado específico o alguna observación significativa y original;
– recordar los problemas observados o deducidos que quedan sin solucionar y abrir perspectivas de investigación proponiendo sugerencias para futuros estudios o recomendaciones para la práctica profesional.
6. Las citas
La cita textual es la copia exacta del texto de un autor. Citar significa reproducir fielmente las palabras de un autor, por lo tanto, la ortografía original de la cita también debe respetarse en cuanto al uso (o no) de la cursiva, las mayúsculas y minúsculas, la puntuación, e incluso los errores8 si los hay. No conviene citar mucho “más vale poco y bueno que mucho y malo”, porque parece una demostración (o una simple copia) de lecturas y no un trabajo personal estructurado. Si la cita directa cuenta menos de 40 palabras, se pone en el texto entre comillas, sino se pone aparte, con dos márgenes, letra más pequeña y sin comillas. Que la cita sea textual o parafraseada (con las ideas del autor citado, pero con las palabras del investigador), es imprescindible especificar el nombre del autor, el año de publicación. Las páginas se indican también, si se trata de un capítulo determinado o de páginas precisas.
Cuando se hace necesario introducir alguna modificación en la cita textual, se indica en una nota al pie de página (en algunas revistas, las notas se colocan al final del artículo). Si se le añade a la cita una palabra del autor citado para completar su sentido, esta palabra se pone entre dos corchetes. Cuando no se quiere poner la cita entera, hay que indicarlo con puntos suspensivos. Se deben evitar usos indebidos, como resaltar por ejemplo, una cita larga escribiéndola entre comillas, con negrita, cursiva o cambiando de letra tipográfica. En algunas revistas, todas las citas se escriben en cursiva, sin respetar el texto del autor citado en su integridad. Es una práctica que Jacqueline Murillo (2010) califica de “vicio”, pero si el editor de la revista la recomienda, el investigador tiene que conformarse a la normativa prescrita.
En lo que se refiere a las fechas de publicación de las fuentes citadas, depende del tipo de investigación realizada, pero globalmente, es conveniente que 50% de las fuentes citadas correspondan a los 5 últimos años, y 30% a los 2 últimos.
7. Los agradecimientos
Los agradecimientos sirven para reconocer la contribución de las personas que colaboraron en la redacción del artículo o revisaron el manuscrito, o/y las instituciones que financiaron la investigación. Los agradecimientos se suelen poner después de la conclusión y antes de la bibliografía; a veces, en algunas revistas, se colocan al principio del artículo.
8. Las referencias bibliográficas
Todos los documentos en papel o electrónicos citados en el artículo, tienen que citarse por orden alfabético, en la bibliografía. En cada referencia, se han de citar el nombre del autor, la fecha de publicación, el título del libro o del artículo, la ciudad donde se publicó y la editorial. En las revistas, además del nombre del autor y el título del artículo, se indican el título de la revista, su número y las páginas de principio y fin del artículo citado.
Para ello, las referencias de las citas textuales y bibliográficas tienen que someterse a un estilo determinado. Las normas de estilo se caracterizan todas por uno de los tres sistemas de referencia aplicados a las citas dentro del texto:
– sistema autor-fecha (Harvard reference system): por ejemplo, estilos Harvard reference, APA y Chicago B;
– sistema numérico: estilos Vancouver, NLM (National Library of Medicine) e IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers);
– sistema clásico de notas al pie de página: estilos Chicago A y OSCOLA (Oxford University Standard for Citation of Legal Authorities).
Los manuales de estilo se basan en las normas ISO o AFNOR y adoptan uno de estos sistemas de referencia como principio básico. Ahora bien, las variantes y disparidades que se encuentran en los manuales y guías de estilo se deben a que se añaden datos para completar o precisar los datos de ediciones anteriores, y provienen también de las diferencias de traducción del inglés a otras lenguas, del país en que se aplican, de las disciplinas y también de las instituciones que adoptan estos estilos.
El estilo MLA (Modern Language Association) se usa en estudios de lengua inglesa y también en las ciencias humanas. En el texto, utiliza un sistema excepcional autor-página, y la fecha se pone al final de la referencia bibliográfica, no como en el sistema autor-fecha, sino como en los otros dos.
El estilo Turabian utiliza los dos sistemas: autor-fecha y el de notas al pie de página en función de la disciplina: ciencias sociales, y ciencias humanas (literatura, artes e historia).
La norma española UNE-ISO 690:2013 (equivalente a la norma internacional ISO 690: 2010) fija las directrices para la redacción de referencias bibliográficas de las fuentes citadas, pero sin proporcionar un formato concreto sino solo un marco general, y acepta tres modos de citar en el texto: autor-fecha, numérico y notas continuas (Zaldúa: 2014).
El estilo APA no menciona que se debe utilizar un tamaño de letra más pequeño en la cita, y tampoco menciona la necesidad de separarla del párrafo que la precede y del que la sigue, sin embargo, el tamaño más pequeño y el interlineado mayor son unas prácticas corrientes cuando se aplica el APA (Murillo: 2010).
Las disparidades encontradas pueden causar mucha confusión, pero lo más importante es que se siga el mismo modo de citar a lo largo del trabajo, y el estilo que debe prevalecer es el estilo correspondiente a la disciplina estudiada, o bien aplicado por la universidad o el director de tesis o recomendado en la guía para autores de las revistas.
9. Puesta en palabras
El artículo no es científico solo en su estructura y contenido, sino también en la especificidad de sus reglas de escritura. Durante la puesta en texto o la revisión, hay que acordarse de que:
– Las frases cortas (máximo 2 renglones y medio, o más o menos 30 palabras), simples y concisas hacen que el texto sea más inteligible. Une frase expresa una idea. Vale proscribir pues, las frases muy largas de 10 líneas o más, llenas de conjunciones y pronombres relativos, que se tienen que volver a leer 10 veces para buscar el sujeto y su verbo. No es el papel del experto intentar comprender qué se quiere decir: no perderá tiempo para leerlas, y no aceptará el artículo.
– Conviene no anunciar qué se va exponer, es recomendable evitar detalles inútiles y anunciar solo los hechos o las observaciones.
– el lenguaje científico debe ser impersonal: no se redacta en primera, sino en tercera persona, o se usan construcciones impersonales. Se permite el “nosotros” cuando se explica la metodología propia o para indicar una contribución personal como la elaboración de un gráfico o de una tabla, por ejemplo.
– para la claridad del texto, se recomienda evitar los verbos, las palabras y las expresiones poco precisas (palabras comodín), como ‚cosa‘, ‚algo‘, ‚muchos‘, ‚algunos‘ autores (¿como quién?), desde “antiguo” (¿cuándo?), ‚tener‘ (¿qué?), ‚hacer‘ (no tiene en español los mismos usos que el francés faire), etc.
– La escritura científica es objetiva, por lo tanto hay que excluir cualquier juicio de valor subjetivo o palabras connotadas negativamente: ni apreciaciones ni críticas personales. Por ejemplo:
▪ “esta frase es muy interesante”: ¿Qué interés presenta para el trabajo?
▪ “Este importante autor afirma…”: ¿Esta ‚importancia‘ tiene una relación directa con la investigación?).
– Se aconseja evitar frases de tipo: “tras nuestras largas lecturas, hemos podido observar…”: hay que resaltar directamente lo que se quiere destacar de esas lecturas: el lector se hará una idea de lo que se habrá leído y de su pertinencia en relación con el texto escrito.
En lo que se refiere a la corrección gramatical, es preciso:
– respetar el orden sintáctico;
– estar atento a la coherencia entre el sujeto y el verbo: “el artículo habla de…”; “el autor nos afirma que…” (el autor lo ha escrito en su libro, no conoce al ’nos‘ que remite al escritor del artículo);
– preferir la forma activa a la pasiva cuando es posible. Villagrán et al (2009: 77) proponen y corrigen el ejemplo que sigue: “la enfermedad es así percibida como ocasionada por un rasgo peligroso o por la acumulación de actos peligrosos cometidos por un individuo enfermo”. Corregida, esta frase pasa de 23 a 16 palabras y se ve aligerada de tres participios pasados: “se percibe la enfermedad como consecuencia del carácter o conducta arriesgada de los individuos”.
– Estar atento a la corrección ortográfica (de todo el texto y de los nombres propios en particular) y a la puntuación;
– prohibir el uso de las mayúsculas para destacar una palabra. La cursiva sirve para subrayar y las mayúsculas se usan, en español, después de los puntos, al principio de un escrito, en los acrónimos de no más de 4 letras y en la inicial de nombres propios de personas físicas o morales.
Esta lista de aclaraciones podría ser mucho más larga, pero la sensata sugerencia del matemático Paul Halmos (citado s.ref.) por José Miró (2007: 8) resume en la palabra “reescribir” el esfuerzo necesario para redactar un buen artículo:
El problema básico para escribir matemáticas es el mismo que para escribir biología, para escribir una novela, o para escribir las instrucciones de cómo montar un clavecín: el problema es comunicar una idea. Para hacerlo, y hacerlo claramente, debes tener algo que decir, y debes tener alguien a quién decirlo, debes organizar lo que quieres decir, y debes disponerlo en el orden en el que lo quieres contar, debes escribirlo, y reescribirlo y re-reescribirlo varias veces, y debes estar dispuesto a pensar mucho y trabajar mucho en detalles técnicos tales como vocabulario, notación y puntuación. Y nada más.
Para concluir, cabe añadir que no es posible evocar en pocas páginas todos los aspectos relativos a la escritura de un artículo científico. Simplemente, hay que tomar conciencia de que “reescribir” requiere plantearse la buena pregunta sobre la palabra (si) adecuada, la frase pertinente y legible, el dato necesario y relevante, el texto coherente, el registro de lengua adaptado, la referencia citada y correcta, si lo que se ha querido decir se ha dicho, o sea sobre el propio artículo como si fuera un texto para evaluar. Lo que está claro o evidente para el autor puede parecerle al lector ambiguo o poco científico. La dificultad se debe superar para alcanzar el objetivo, y es bueno recordar, además de la satisfacción de haber realizado un buen trabajo, que la mejor compensación por el esfuerzo realizado será ver su artículo publicado, y ¿por qué no? incluso citado.
BIBLIO y WEBOGRAFÍA
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1 La clasificación se obtiene a partir de indicadores bibliométricos, como el factor de impacto, que informan sobre la producción científica; se tiene en cuenta la calidad de los manuscritos recibidos, la difusión propia de la revista y el posicionamiento de la revista en la comunidad científica. Para una revista, el factor de impacto se calcula a partir del número de artículos citados durante dos años, dividido por el número de los artículos publicados durante el mismo periodo.
2 El subrayado es nuestro.
3 United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization.
4 Citado s.p. por Jianguo WU (2011: 1346).
5 En español, la conjunción “y” reemplaza la “a” de and en inglés (IMRYD).
6 American National Standard Institute.
7 American Psychological Association. APA (2010, sexta edición). Es de notar que en algunas disciplinas como la literatura y la filosofía, se utiliza también el esquema clásico IDC: Introducción, Desarrollo, Conclusión. (N’Da: 2016).
8 El proverbio Sic viene de la frase latina sic erat scriptum (así fue escrito); se pone entre paréntesis en la cita justo detrás de una palabra (rara o que lleva un error), para indicar que quien cita ha respetado fielmente el texto del autor y para justificar el error (no) cometido.